ESLOVENIA
Liubliana, escapada urbana perfecta
A pesar de ser la capital de Eslovenia, Liubliana es una ciudad que transmite mucha tranquilidad, sobre todo en la zona más céntrica gracias a la existencia de grandes zonas peatonales que hacen que pasear entre sus calles sea un auténtico placer. Liubliana es una ciudad cosmopolita, que goza de un ambiente maravilloso que se puede disfrutar en todo su casco antiguo, así como en la ribera del Río Ljubljanica, ideal para tomar algo en sus numerosas terrazas o para disfrutar de un bello paseo.
Uno de los mayores atractivos de la capital eslovena está concretamente en su pintoresco centro histórico, en el que se halla el Castillo Medieval, uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad y al que se puede acceder bien en funicular o caminando por un pequeño sendero sin dificultad que llega hasta allí. La Plaza Prešeren, cerca del Castillo, es el corazón histórico de Liubliana y también las plazas Mestni trg, Stari trg y Gornji trg forman parte de los lugares más carismáticos de la capital. Otra imagen simbólica es la del precioso Puente de los Dragones, de estilo Art Nouveau, cruza el río y es el más importante de la ciudad debido a que el símbolo de Liubliana es el dragón.
El Mercado Central de Liubliana es un lugar único para empaparse de la vida cotidiana de la ciudad y donde se pueden encontrar todo tipo de productos frescos, así como otros típicos del país. Otro lugar muy especial y que merece una visita en la ciudad es el Metelkova Mesto. Un pequeño barrio cerca de la estación de tren cuyas casas y mobiliario son auténticas obras de arte, pintadas y decoradas con grafittis y arte urbano. Uno de los exponentes de la arquitectura de la capital eslovena es Joze Plecnik; este famoso artista plasmó su arte en muchos de los edificios de la ciudad.
ESLOVAQUIA
Bratislava, la joya del Danubio
La capital eslovaca destaca por su coquetería y encanto y su belleza se potencia gracias a su situación privilegiada a orillas del río Danubio. Pese a su modernidad, aún mantiene su aire medieval, cuidado en cada rincón de su centro histórico -la Ciudad Vieja-, que se ha hecho peatonal en su mayor parte, lo que permite disfrutar de ella con calma, a pie y dejándose llevar por sus calles.
El centro histórico de Bratislava es coqueto y pequeño, pero con un grandísimo encanto. Por sus calles se reparten sorprendentes y originales estatuas, que dan un toque muy especial a la ciudad. De la capital, uno no puede dejar de visitar el Castillo, situado en lo alto de una colina y su Iglesia Santa Isabel o Iglesia Azul, característica por ser de este vistoso color. El Palacio Primacial destaca por su fachada de color rosa y su estilo clásico y es uno de los edificios más hermosos de la ciudad; también destaca otro palacio, el de Grassalkovich, a los pies de una enorme plaza y un parque que se extiende hacia el norte de la ciudad.
Otros puntos de interés son la Catedral, la Plaza Mayor, el edificio del Ayuntamiento y la Ópera de Bratislava. La llamada Puerta de San Miguel es la única que queda de la antigua fortaleza. De noche, Bratislava luce más bella que nunca, con sus principales monumentos iluminados. Desde el mirador UFO, una moderna estructura situada en uno de los extremos del llamado Puente Nuevo y a 95 metros de altura, se obtienen las mejores vistas de la ciudad y el castillo.
Y uno no puede dejar de visitar el Palacio Hof, el más asombroso del imperio Habsburgo, con sus salas imperiales amuebladas con piezas originales. Sus jardines barrocos, con siete terrazas que descienden hasta el río March, son unos de los más conocidos de Europa y guardan numerosas especies de animales y plantas.
MOLDAVIA
Chisináu, la bella desconocida
La capital moldava te sumerge paseando por sus calles como en otra época. El centro de la ciudad, la parte más histórica, no es muy grande ya que tras la Segunda Guerra Mundial y un fuerte terremoto esta quedó en gran parte destruida. Por eso hoy en día es fácil poder recorrerla poco a poco a pie, aunque otra curiosa forma de hacerlo es utilizando los Matrushkas o buses vintage, que parecen sacados de otra época y ofrece otra perspectiva de la ciudad y te acercan a la vida cotidiana del país.
Entre los lugares que no te debes perder en Chisináu se encuentra su calle principal, Bulevard Stefan cel Mare, que atraviesa de una punta a otra la capital. Desde esta se pueden observar algunos de los edificios más representativos, como el del Parlamento y su amplia plaza. Enfrente se pueden ver el Arco de la Victoria y la catedral ortodoxa Naşterea Domnului.
Chisináu es una de las ciudades europeas con más zonas verdes. Quizá no son los más numerosos, pero su gran tamaño dotan a la ciudad de varios importantes pulmones verdes, que merecen además una visita. Como El Parque Central, en cuya entrada se puede observar un monumento a Stefan el Grande de Moldavia. En este parque también se encuentra la impresionante Catedral de la Natividad, erigida en una de las plazas con más vida de la localidad. En ella se puede asistir a diversos oficios ortodoxos, así como admirar su increíble interior multicolor con paredes doradas. Otro lugar de interés en la ciudad es el Bazar de Chisináu, convertido ahora en una plaza de suvenires y en un bonito lugar para ver pintores dibujando y poder comprar algún recuerdo. Un lugar lleno de artesanía, objetos de madera, imanes y reliquias de la época soviética que se mezclan entre los pequeños puestos.
CROACIA
Zagreb, la ciudad imaginada
Viajar a Zagreb es como colarse en un pintoresco sueño en el que los protagonistas viven una novela romántica. La capital croata es especialmente una ciudad cosmopolita que destaca por su arquitectura -en la que se refleja la influencia austrohúngara-, por sus calles y sus plazas.
Algunos de sus grandes atractivos turísticos, especialmente entre los jóvenes, son el arte callejero, la amplia oferta de galerías artísticas y su pujante gastronomía, con calles y plazas llenas de cafés y restaurantes. Entre las experiencias imprescindibles en Zagreb hay que dejarse llevar entre sus iglesias y palacios barrocos; acercarse a la antigua estación del Orient Express; probar los productos frescos que venden en el mercado de Dolac, así como las cervezas artesanales que cada día tienen más fama; y montar en el pequeño funicular -el más corto del mundo- para llegar hasta la parte alta para visitar el barrio más antiguo.
La Donji Grad, la ciudad baja, está repleta de grandes edificios austrohúngaros, en la que se pueden observar museos tan imponentes como el Hrvatslo Narodno Kazaliste, pero no sin antes pasear o tomar un café en las amplias calles peatonales de Gajeva y Bogovióeva ulica. La plaza principal se encuentra rodeada de palacios, pero no solo podemos ver grandiosas construcciones, también se pueden adquirir recuerdos en la zona comercial más famosa de Zagreb, la Calle Llica. Otra de las arterias principales es la Calle Tkalciceva, una zona de ambiente juvenil, en el que se pueden encontrar tiendas de antigüedades o boutiques de lujo, entre otros establecimientos.
Como curiosidad, uno no puede irse de Zagreb sin entrar en el Museo de las Relaciones Rotas. Uno de los lugares más extraños en forma de museo del mundo. Está dedicado a romances inconclusos y amoríos fallidos. Contiene cientos de artefactos de todo tipo que pertenecían a ex amantes y un breve mensaje sobre los objetos y su significado en la relación de la que formó parte.