La Dieta Mediterránea es uno de los bienes culturales inmateriales reconocidos como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Un hito que cabe recordar hoy más que nunca, 13 de noviembre, cuando se celebra el Día Mundial de la Dieta Mediterránea. Esta representa mucho más que un estilo de vida, es un conjunto de conocimientos, prácticas y rituales relacionados con la forma de criar animales, cuidar los huertos, así como transformar y consumir los alimentos. La tradición agraria y ganadera de Castilla y León la convierten en uno de los máximos exponentes de esta dieta tan reconocida a nivel internacional.
La Dieta Mediterránea forma parte del patrimonio cultural inmaterial reconocido por la Unesco desde el año 2010. Pero no se trata solo de una forma de alimentarse, sino que pone de relieve los valores de hospitalidad, buena vecindad, diálogo intercultural y creatividad que van ligados a ella. El acto de comer juntos encierra uno de los fundamentos de la identidad cultural del Mediterráneo. Es un momento de intercambio social y comunicación, y también de afirmación y renovación de los lazos que configuran la identidad de la familia, el grupo o la comunidad. Y todo esto forma parte también del bien inmaterial reconocido como Dieta Mediterránea.
¿En qué consiste la Dieta Mediterránea?
La Dieta Mediterránea se distingue por ser un modelo de alimentación variado y equilibrado, además de ofrecer platos abrosos y apetecibles. Su origen se encuentra en los países del área mediterránea donde crecen los olivos -España, Grecia, sur de Italia– aunque no existe una dieta mediterránea única, sino que engloba a diversas regiones como el sur de Francia y otros países mediterráneos como Malta o Marruecos. Esta forma de alimentación se se basa originariamente en el consumo de alimentos que se obtienen de los cultivos tradicionales en estos países como el trigo, el olivo y la vid, aunque el descubrimiento de América permitió incluir en ella nuevas especies de vegetales como la patata o el tomate.
Principalmente, la dieta mediterránea supone el consumo de los siguientes tipos de alimento:
- Cereales (pan, pasta, arroz, cuscús).
- Verduras, hortalizas, frutas (lechuga, alcachofa, calabacín, tomate, naranja, mandarina, pera…).
- Legumbres (lentejas, alubias, garbanzos.).
- Frutos secos (nueces, avellanas, almendras…).
- Pescado azul fresco (sardinas, atún, caballa…), moluscos y mariscos.
- Aves de corral (pollo, pavo…) y conejo.
- Leche y sus derivados (queso, yogures…).
- Huevos.
- Aceite de oliva: la grasa principal que se usa en la elaboración y en la condimentación de los platos.
- Vino: se trata de un alimento tradicional en esta dieta, que se ingiere de manera moderada.
Castilla y León, referente de la Dieta Mediterránea
Castilla y León es un importante exponente de la dieta mediterránea a nivel nacional. Nuestra región cuenta con una enorme variedad de alimentos, cuyos usos culinarios, sumados a las tradiciones y sus expresiones en forma de jornadas gastronómicas, son uno de los platos fuertes de nuestra Comunidad.
En Castilla y León el legado de la dieta mediterránea es extenso, casi inabarcable. Por citar solo parte de sus valores, merecen la pena los vinos de la región, con algunas de las D.O. más reconocidas a nivel internacional; nuestras huertas y legumbres; el queso y su particular curación; la tradición de la matanza del cerdo y los jamones ibéricos, con Salamanca a la cabeza mundial en calidad de los mismos; las razas ganaderas autóctonas que aportan un sabor y textura únicos a nuestros platos, por no hablar de los ancestrales procesos de conservación de productos frescos, que perduran en nuestros días.
Además, en la dieta mediterránea desempeña un papel esencial de factor de cohesión social en los espacios culturales, festejos y celebraciones, al agrupar a gentes de todas las edades, condiciones y clases sociales. También abarca ámbitos como la artesanía y la fabricación de recipientes para el transporte, conservación y consumo de alimentos, como platos de cerámica y vasos. En Castilla y León, la dieta mediterránea implica un valor tradicional conservado por decenas de artesanos que trabajan siguiendo los métodos heredados a través de generaciones. Las mujeres desempeñan un papel fundamental en la transmisión de la dieta mediterránea, salvaguardando las técnicas culinarias, respetando los ritmos estacionales, observando las fiestas del calendario y legando los valores de este elemento del patrimonio cultural a las nuevas generaciones.
Por su parte, los mercados locales desempeñan un papel fundamental como espacios culturales y lugares de promoción de la dieta mediterránea en los que la práctica cotidiana de intercambios fomenta la concordia y el respeto mutuo. Además de darnos la oportunidad de tener acceso a productos frescos producidos por los agricultores y ganaderos de la región.
Mare Nostrum
La dieta mediterránea también toma el nombre del Mare Nostrum, cuna de las civilizaciones occidentales. De ahí que España, Italia, Grecia y Marruecos cuenten con tantos puntos en común en la forma de elaborar y consumir alimentos.