Al poner el pie en este nuevo y hermoso complejo que la familia Rodero ha creado en la localidad burgalesa de Pedrosa de Duero, en el corazón de la Ribera, uno se embriaga de sosiego, pero sobre todo de pasión por el mundo del vino. La misma que ponen Carmelo Rodero y sus hijas, Beatriz y María, en mostrar aquello por lo que viven: sus vinos ‘de oro’. Y son así porque han ganado en 2015 su tercer ‘Gran Zarcillo de Oro’ y porque se rigen por el lema de que “la uva no nace, se hace”, como explica Carmelo. Una producción basada en el mimo, el esfuerzo y la sabiduría de una familia de viticultores que, ya en su cuarta generación, sigue no solo cosechando la uva sino escuchando sus necesidades. Una formación y una delicadeza claves para conseguir un vino con estructura, con músculo, pero de una elegancia exquisita. Nos adentramos en la bodega que deja reposar sus vinos al son de Canto Gregoriano.
La única con tres ‘Gran Zarcillo de Oro’
El vino tinto Carmelo Rodero TSM 2011 recibió este año el Gran Zarcillo de Oro en la VII edición de los premios, siendo el tercero que gana la bodega en lo que lleva de andadura y convirtiéndose así en la única en haber obtenido tres veces este galardón internacional. Fue el único seleccionado de toda la Ribera del Duero de entre más de 1.800 vinos de todo el mundo; “es uno de los vinos más personales de nuestra gama, con una crianza de 18 meses en barricas de roble francés”, explica la familia bodeguera. Otro de sus tintos, el Carmelo Rodero Crianza 2012, también fue premiado este verano en los ‘Wines from Spain Awards’ como ‘Mejor tinto por encima de 10 libras’. Un título que engrosa su larga lista de reconocimientos nacionales e internacionales.
El secreto de su gran calidad está en cuidar la producción, ya que, con un total de 127 hectáreas de viñedos, la bodega produce alrededor de 500.000 botellas al año -la mitad de lo que realmente podría elaborar-. “Primamos la calidad por encima de todo y siempre nos hemos mantenido en una misma trayectoria, aprovechando la complejidad del terreno para cada tipo de vino, usando la razón, en vez de la ambición, en los peores años e incidiendo en que todo tenga la máxima limpieza”, explica Carmelo, que, pese al gran éxito, se sigue considerando sobre todo viticultor.
Nuevas instalaciones
La Bodega Carmelo Rodero se ha convertido en un bellísimo complejo de enoturismo tras haber hecho una inversión de cuatro millones de euros, ampliando sus instalaciones y dejándolas preparadas para realizar catas a grandes grupos. A pesar de todo, Carmelo ha sido siempre un innovador y desde sus inicios cuenta con unas instalaciones únicas en el mundo. Llama la atención su sistema de elaboración por gravedad, patentado por él, que logra extraer el máximo potencial de la uva sin utilizar el bombeo y, además, trabaja ahora en la instalación de una máquina que hará la selección de las uvas una a una. “Cada detalle es fundamental e influye directamente en el sabor final del vino”, indica Carmelo, que explica también que cada año sustituyen el 50% de sus barricas por otras nuevas.
El más deseado en España
De su producción, alrededor del 65% se vende en España. Un índice muy superior al de la media del resto de bodegas de la Ribera, que exportan su mayor parte. La familia asegura que cada año agotan su producción y reparten sus vinos por todo el territorio español. En lo referente a la venta internacional -exportan el 35%- “funciona muy bien el mercado latinoamericano y las ventas en países como México, Venezuela o Puerto Rico”, asegura la familia.
Crta. Boada, s/n – 09314, Pedrosa de Duero (Burgos)
Tel.: 947 53 00 46 – rodero@bodegasrodero.com